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domingo, 17 de febrero de 2008

Manifestaciones Literarias en la Edad Media



Se denomina literatura medieval a todos aquellos trabajos escritos principalmente en Europa durante la Edad Media, es decir, durante los 1.000 años aproximadamente transcurridos desde la caída del Imperio Romano de Occidente hasta los inicios del Renacimiento a finales del siglo XV. La literatura de este tiempo estaba compuesta básicamente de escritos religiosos y trabajos seglares. Al igual que en la literatura moderna, es un tema de estudio complicado y amplio, que abarca desde los escritos más sagrados, hasta los más profanos. A causa de la gran amplitud espacial y temporal de este período se hace difícil hablar de la literatura medieval en términos generales sin simplificaciones. Por ello, es más adecuado caracterizar las obras literarias por su lugar de origen, por su lenguaje o por su género.


Lenguajes
Desde el momento en el que el latín pasó a ser la lengua utilizada por la Iglesia Católica Romana, que dominaba Europa Central y Occidental y era virtualmente el único estamento encargado de la educación, el latín se convirtió en la lengua común que iba a predominar en los escritos medievales, incluso en ciertas partes de Europa que nunca habían sido romanizadas. Sin embargo, en Europa Oriental, la influencia del Imperio Romano de Oriente y de la Iglesia Ortodoxa de Oriente lograron imponer el griego y la lengua antigua eslava eclesiástica, como se puede apreciar en los escritos de la época.
Sin embargo, la gente corriente siguió utilizando sus lenguas vernáculas, como se hace patente en ciertos ejemplos de la época: el Beowulf escrito en idioma anglosajón, el Nibelungenlied escrito en alto alemán medio, el Digenis Acritas escrito en griego medieval o la Chanson de Roland escrita en francés antiguo. Aunque las versiones existentes de estas epopeyas son consideradas generalmente el trabajo individual de poetas anónimos, no hay duda de que se basan en las antiguas tradiciones orales de sus respectivos lugares de origen. Las tradiciones celtas han sobrevivido en los lais de María de Francia, en el Mabinogion y en los escritos del Rey Arturo.

Anonimato

Una gran cantidad de obras pertenecientes a la literatura medieval son anónimas. Esto no es debido únicamente a la falta de documentos de este período, sino también a que el papel que jugaban los autores en aquella época difiere considerablemente de la interpretación romántica del término en la actualidad. Los autores medievales estaban sometidos a menudo a los escritores clásicos y a los Padres de la Iglesia Católica, y tendían a re-escribir historias, que habían oído o leído, de forma embellecida, más que a crear historias nuevas. E incluso cuando creaban una nueva historia no suele quedar claro quien era el autor, ya que atribuían ciertas ideas a otros libros de otros autores. Esto hace que el nombre de los autores individuales sea poco o nada importante y por ello, los grandes trabajos de la época nunca son atribuidos a una persona en concreto.


Escritos religiosos
Los trabajos relacionados con la teología fueron el tipo de literatura dominante a lo largo de la Edad Media; el clero católico era el centro intelectual de la sociedad en esta época, razón por la que su producción literaria fue, con diferencia, la más productiva.
Numerosos himnos de esta época han sobrevivido al paso del tiempo, tanto litúrgicos como paralitúrgicos. La liturgia en sí misma no estaba establecida y numerosos misales competían y alegaban concepciones individuales de la misa. Ciertos estudiosos religiosos como Anselmo de Canterbury, Santo Tomás de Aquino y Pierre Abélard escribieron largos tratados sobre teología y filosofía, tratando de reconciliar las enseñanzas de los autores griegos y paganos romanos con las doctrinas de la Iglesia Católica. Las hagiografías, o las vidas de los Santos, también fueron escritas principalmente durante este período, a modo de estímulo para el devoto y de advertencia para el resto.
La Leyenda Dorada de Santiago de la Vorágine alcanzó tal popularidad que, en su tiempo, fue probablemente leído más a menudo que la Biblia. San Francisco de Asís fue otro prolífico poeta y los seguidores de su orden, los franciscanos, solían escribir poemas como una expresión de su piedad. Las obras Dies Irae (Día de la Ira) y Stabat Mater (Estaba la Madre) son probablemente dos de los mejores poemas latinos en materia de religión. La poesía goliárdica (estrofas de cuatro líneas de versos satíricos) fue una forma de arte utilizada por algunos clérigos para expresar su desacuerdo en algún tema. El único escrito religioso ampliamente extendido y no escrito por clérigos fueron los juegos misteriosos: perdiendo con el tiempo promulgaciones simples del tableaux de una escena bíblica sola, cada auto religioso se convirtió en la expresión de su pueblo de los acontecimientos cruciales en la Biblia. El texto de estas obras teatrales normalmente era controlado por las cofradías locales, y los autos religiosos eran llevados a cabo regularmente en días festivos determinados, a menudo durando todo el día y parte de la noche.
Durante la Edad Media, la población judía residente en Europa también produjo un cierto número de escritores destacados. Maimónides, nacido en Córdoba (España), y Rashi, nacido en Troyes (Francia), son dos de los más conocidos y que más influencia tuvieron de entre los autores judíos.

Escritos laicos
La literatura laica en este período no fue tan productiva como la literatura religiosa, pero gran parte del material ha sobrevivido y poseemos hoy una gran cantidad de obras de la época. El tema del amor cortés cobró importancia en el siglo XI, especialmente en las lenguas romances, principalmente el francés, el español, el provenzal, el gallego y el catalán, y en las lenguas griegas, dónde los cantantes ambulantes — los trovadores — se ganaban la vida con sus canciones. Los escritos de los trovadores suelen ir asociados al anhelo no correspondido, pero no siempre es así, como se puede ver en la Alborada. En Alemania, el Minnesänger continuó la tradición de los trovadores.
Además de los poemas épicos típicos de la tradición alemana, como el Beowulf o el Cantar de los nibelungos, otros poemas épicos incluidos dentro de los cantares de gesta como el Cantar de Rolando y el Digenis Acritas, que tratan sobre la Materia de Francia y las canciones acríticas respectivamente, y los amoríos corteses a la manera de la cortesía romance, que tratan sobre la Materia de Gran Bretaña y la Materia de Roma, lograron alcanzar una gran popularidad. El romance cortés no se distingue únicamente de los cantares de gesta por los temas tratados, sino también por su énfasis en el amor y en el código de honor de la caballería, en lugar de centrarse en acciones de guerra.
También se pueden encontrar en este período poesías políticas, especialmente a finales de la Edad Media, escritas tanto por clérigos como por escritores laicos, que utilizaban la forma del goliárdico. La literatura de viaje también fue muy popular en esta época, cuyos escritos entretenían a la sociedad con historias de fabulosas tierras (si no embellecidas, muchas veces falsas) más allá de las fronteras que la mayoría de las personas nunca habían cruzado. Cabe destacar la importancia de los peregrinajes en esa época, especialmente el de Santiago de Compostela, fuente de fábulas e historias influidas por la prominencia de los Cuentos de Canterbury de Geoffrey Chaucer.

Obras escritas por mujeres
Aunque las mujeres en el período medieval no se encontraran en igualdad de condiciones con los hombres (de hecho, abundaban los folletos misóginos, aunque muchas sectas, como los cátaros, ofrecían derechos y un estatus mayor a la mujer), algunas mujeres fueron capaces de utilizar su habilidad con la palabra escrita para ganar renombre. La escritura religiosa fue la opción más fácil para ellas — las mujeres que eran posteriormente canonizadas como santas solían haber publicado sus reflexiones, sus revelaciones y sus oraciones. La mayor parte de los conocimientos actuales acerca de las mujeres en la Edad Media han sido adquiridos a través de los trabajos llevados a cabo por monjas como Clara de Asís, Brígida de Suecia y Catalina de Siena.
Sin embargo, las perspectivas religiosas de las mujeres fueron frecuentemente tachadas de poco ortodoxas por el poder establecido, y las experiencias místicas de autores como Julián de Norwich e Hildegard de Bingen nos dan una visión de una de las experiencias medievales menos confortables para las instituciones que gobernaron Europa en esa época. Las mujeres también escribieron algunos textos influyentes entre los escritos laicos — las reflexiones en el amor cortés y en la sociedad por Marie de France y Christine de Pizan continúan siendo estudiadas por sus avanzados puntos de vista de la sociedad medieval.

Obras alegóricas

Mientras la literatura medieval hace uso de múltiples ardides literarios, la alegoría es tan conspicua en este período que merece una mención especial. Mucha de la literatura medieval confiaba en la alegoría como herramienta para transmitir los principios morales que el autor tenía en mente a la hora de escribir - las representaciones abstractas, los acontecimientos y las instituciones son realmente groseras en muchas de las obras literarias medievales. Probablemente, una de las primeras y más influyentes alegorías sea la Psychomachia (Batalla de Almas) escrita por Prudencio. Otros ejemplos importantes son Roman de la Rose, Everyman, Pedro el Labrador, Roman de Fauvel y La divina comedia.

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Literatura notable de este período (occidente)
La Alexiada, Ana Comnena.
Digenis Acritas, autor griego anónimo.
Beowulf, autor anglosajón anónimo.
Cantigas de Santa Maria, autores gallegos.
David de Sassoun, autor anónimo de Armenia.
Cato (Distichs of Cato), Dionysius Cato.
The Book of the City of Ladies, Christine de Pizan.
Book of the Civilized Man, Daniel of Beccles.
El Libro de Buen Amor, Juan Ruiz.
The Book of Margery Kempe, Margery Kempe.
Brut, Layamon.
Brut, Wace.
Consolation of Philosophy, Boethius.
Cuentos de Canterbury, Geoffrey Chaucer.
Decameron, Giovanni Boccaccio.
The Dialogue, Catalina de Siena.
Passionibus Mulierum Curandorum, Trotula de Salerno.
La divina comedia, Dante Alighieri.
Dukus Horant, primer trabajo amplio en Yidish.
Edda poética, varios autores islandeses.
Sir Gawain y el Caballero Verde, autor inglés anónimo.
Heimskringla, Snorri Sturluson.
Historia ecclesiastica gentis Anglorum ("La historia eclesiástica de la gente inglesa"), el Venerable Bede.
Hypnerotomachia Poliphili, Francesco Colonna.
The Knight in the Panther Skin, Shota Rustaveli.
Lais de María de Francia, Marie de France.
The Letters of Abelard and Heloise.
Das fließende Licht der Gottheit, Mechthild de Magdeburgo.
Ludus de Antichristo, autor alemán anónimo.
Mabinogion, varios autores galeses.
Metrical Dindshenchas, poemas onomásticos irlandeses.
Le Morte d'Arthur, Sir Thomas Malory.
Cantar de los nibelungos, autor alemán anónimo.
Njál's saga, autor islandés anónimo.
Parzival, Wolfram von Eschenbach.
Pedro el Labrador, William Langland.
Cantar de Mio Cid, autor español anónimo.
Proslogium, Anselmo de Canterbury.
Revelations of Divine Love, Julián de Norwich.
Roman de la Rose, Guillaume de Lorris y Jean de Meun.
Scivias, Hildegard de Bingen.
Sic et Non, Abelardo.
Cantar de Roldán, autor francés anónimo.
Spiritual Exercises, Gertrude the Great.
Summa Theologiae, Santo Tomás de Aquino.
Táin Bó Cúailnge, autor irlandés anónimo.
The Tale of Igor's Campaign, autor ruso anónimo.
Tirant lo Blanc, Joanot Martorell.
Los viajes de Marco Polo, Marco Polo.
Tristan, Tomás de Inglaterra.
Tristan, Béroul.
Triumphs, Francisco Petrarca.
Waltharius, Ekkehard.
Edda prosaica, Snorri Sturluson.
Yvain, el Caballero del León, Chrétien de Troyes.
Gesta Danorum, Saxo Grammaticus.

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